18 agosto 2011

Son ellos mismos…


Por Julio Oliva García

“Son ellos mismos” se llamaba la banda que acompañó a Mauricio Redolés
por algún tiempo. Él mismo explicaba, a fines de los ’80, que el
nombre había surgido de la respuesta que se daba cuando por esos años
habían hechos que intentaban cambiar el foco de atención, como la
“virgen de Villa Alemana”, saliéndose del tema de la caída eminente de
la dictadura.

Hoy, cuando la movilización social sigue creciendo y pone en jaque la
institucionalidad antidemocrática toda, extrañamente hay dos bombazos
seguidos en el monumento en memoria al ideólogo dictatorial Jaime
Guzmán. Este lugar está sobreprotegido, no solamente por el monumento
de estilo fascistoide, sino también porque en el mismo sector está la
embajada de Estados Unidos, entonces cabe preguntarse quién es tan
audaz o tiene tanta preparación y conocimiento como para hacer algo de
ese estilo.

Hemos visto en las movilizaciones carabineros y agentes de
Investigaciones “camuflados” de encapuchados, según su mando para
detectar a los violentistas, pero obviamente también han participado
de la incitación a la violencia, en especial a aquella que no tiene
como objetivo detener la represión sino dañar al movimiento, volcando
y quemando autos, apedreando edificios, robando en La Polar o en otros
locales, donde extrañamente también no han llegado las fuerzas
policiales uniformadas, que se pasean por miles en los días de
marchas, a detener tales desmanes.

Un desquiciado edil pide sacar a las fuerzas armadas a la calle si la
policía no puede con la movilización, señala a la vez que esto no
tiene nada que ver con ideologías, que Pinochet es cosa del pasado,
pero insiste en defender su escaso poder con la fuerza. Otro amenaza
con detener a todo el que porte pañuelo o bufanda al cuello pues
amenaza con encapucharse, como si el frío y las lacrimógenas no fuesen
suficiente exigencia para ponérselas.

Nada les resulta, llaman a que los que quieran estudiar se inscriban
en diversos lugares y no solamente llega escasa gente, también hacen
el llamado con un afiche en el que sus tres protagonistas demandan su
salida pues participan del movimiento actual, la imagen fue robada de
otra campaña realizada hace años por el MINEDUC y nadie les avisó ni
les pidió permiso para utilizarla en contra de los que ellos defienden
hoy.

Entre gobierno y “oposición” tratan de convencer a los estudiantes y a
la sociedad de que el problema debe arreglarse en el parlamento, como
en toda democracia que se precie, pero nadie les cree pues la
autodenominada “clase política” está desprestigiada hasta más no poder
y la institucionalidad, esa que uno insiste en decir que funciona, se
cae a pedazos con su origen oprobioso en medio de la sangre y la
infamia, su continuidad segregadora y absolutamente elitista, y su
absoluto desprecio por la ciudadanía. No por nada el 50% de los
chilenos en edad de votar no quiso hacerlo en las últimas elecciones,
no se inscribió, no fue a votar o votó nulo y blanco, pues desprecia
el modelo electoral impuesto y defendido por los herederos de la
dictadura.


No solamente Carlos Larraín, el senador designado de RN, se aterra con
el plebiscito y llora por la posibilidad de que surja una Asamblea
Constituyente donde llegue gente “que nadie conoce”, acostumbrado como
está a solucionar las cosas entre “gente bien”; también sale Zaldivar
diciendo que no está para plebiscitos, no vaya a ser que a la chusma
se le ocurra plebiscitar la zonas marítimas de pesca industrial y le
embarren el negocio con Angellini, y pinponea Walker, presidente de la
DC, que aborrece esos estilos de gobernantes “antidemocráticos” como
Chávez, Evo Morales y Correa. Pero la exigencia de plebiscito
vinculante con participación ciudadana sigue creciendo, generando
espacios amplios de trabajo y de acción.


Así es, “son ellos mismos” los que intentan aterrar a la población o
volverla al estado de embrutecimiento en el que la mantuvieron por
tanto tiempo; son ellos mismos los que insisten en resolver entre
cuatro paredes problemas que en 30 años no han resuelto por que están
involucrados hasta las masas en su ejecución.

Son ellos mismos los que quieren que no nos juntemos, que no nos
organicemos, que no salgamos a las calles, que no marchemos, que no le
demos a la cacerola ni hagamos la barricada para expresar la
indignación acumulada, para exigir Educación estatal, gratuita y de
calidad, para querer resolver las cosas desde las mayorías y no desde
esa ínfima mayoría que hoy cree ser dueña de Chile.
 

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