Lunes 15 de Agosto de 2011 Necesidad de una nueva Constitución
Señor Director:
En estos últimos días se viene hablando con vehemencia, como consecuencia de todos los problemas que se han suscitado en el campo educacional especialmente, de una necesidad plebiscitaria que modifique las normas de la actual Constitución.
Ello es extremadamente difícil, y mucho más para quienes en su oportunidad pretendieron que la reforma del 2005 implicaba una nueva Constitución, todo lo cual no fue así.
Se olvidó que en aquella época hicimos presente que estábamos en presencia de una Constitución ilegítima en su generación, porque ella se basaba en principio en las llamadas normas o actas institucionales de la Constitución fascista de Vichy, y que lo que procedía simplemente era hablar de una nueva Constitución que tuviera por base una concepción de asamblea constituyente.
Va de suyo por lo tanto que aceptar y defender una asamblea constituyente permitiría estudiar normas sobre reformas integrales en la educación, las que por lo demás en aquella ocasión figuraron en un extenso y profundo estudio que elaboró una comisión de especialistas y expertos que tuve el honor de presidir. Allí se sostuvieron puntos de tanta vigencia y actualidad como la desmunicipalización, la fuerte intervención del Estado, el reconocimiento de la intervención básica de los alumnos y del profesorado, que en una materia de tal índole con razón se está señalando como pertinente; la existencia de la gratuidad, reconocida como fundamental y tantos otros que con fundada razón reclaman hoy día los alumnos y el profesorado.
A la vez, qué duda cabe en que en la especie estaríamos en presencia de una institución nueva, genuinamente democrática, y que permitiría salvar integralmente no sólo el problema docente y educacional a plena satisfacción, sino que además el problema institucional básico de una Constitución nueva que todos los especialistas estamos reclamando y justificando en plenitud, y que permitiría realmente solucionar los problemas que tanto claman hoy en el ámbito educacional como a la vez los otros que vendrían a dar nacimiento a plena satisfacción al problema constituyente.
Abstengámonos, por lo tanto, de seguir planteando cuestiones plebiscitarias de base absolutamente improcedente, y reconozcamos, por lo tanto, que la idea que estamos recordando reconocería en plenitud no sólo lo que en la época se discutió con bastante más claridad, sino que nos permitiría al fin hablar de una nueva Constitución Política para Chile.
ENRIQUE SILVA CIMMA
Profesor Emérito
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